Mide 10 metros de Diámetro y 4 de Altura.
Para el diseño de las pinturas del ábside Gastón Castelló se inspiró claramente en los murales románicos, colocando en la parte central una gran mandorla con el Sagrado Corazón, advocación titular del colegio, en su interior. Sobre ella situó al Espíritu Santo y a dos ángeles flanqueándolo. En el espacio restante, es decir, a ambos lados de la mandorla central, representó a un total de siete niños santos, cuatro mártires a su derecha - san Tarsicio, santo Dominguito del Val y los santos Justo y Pastor- y tres modelos de virtud a su izquierda -san Luis Gonzaga, san Etanislao de Kotska y santo Domingo Savio-. La elección de estos siete santos se debió, como es fácil de suponer, por lo que tenían de ejemplarizante sus vidas para los alumnos, niños como ellos, una iniciativa similar a la realizada siglos atrás en varios de sus colegios italianos por san José de Calasanz, el fundador de los escolapios.
Los Santos Niños quedaron situados, pues, a la izquierda del ábside según se contempla de frente. Como puede apreciarse en las fotografías, los dos mártires complutenses aparecen ataviados con túnicas y capas libremente inspiradas en los atavíos romanos de la época. Portan en las manos las tablillas escolares y Pastor, el mayor, abraza a Justo. Sobre ellos se alzan las palmas del martirio y un lucero.
En la arquivolta que circunda el ábside se inscribió la siguiente frase latina: “CORJESU REX ET CENTRUM OMNIUM CORDIUM” (Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones). En la parte baja del fresco, tras la mesa del altar, se leen por último otras dos frases latinas: “LAUDETUR JESUS CHRISTUS” (Alabado sea Jesucristo) y “AD JESUM PER MARIAM” (A Jesús por María).
Como anécdota, cabe reseñar que el pintor escogió a los modelos de los siete santos entre los 700 alumnos que entonces tenía el colegio. La ejecución del fresco duró entre tres y cuatro meses.
En la década de los años ochenta del pasado siglo la comunidad decidió trasladar el colegio a una nueva ubicación situada en el barrio de San Blas, en las afueras de Alicante, comenzando la construcción del nuevo edificio a principios de 1984.
Obviamente el antiguo colegio, incluyendo a la capilla, iba a ser abandonado, pero los hermanos maristas, valorando la calidad artística -y probablemente también la devoción hacia el mismo- del ábside de Gastón Castelló, decidieron trasladarlo al nuevo colegio junto con las vidrieras en las que se representaban escenas de la vida de san Marcelino Champagnat, el fundador de la orden.
Así se hizo. Las obras de desmantelamiento de la capilla antigua empezaron en julio de 1985. En septiembre el ábside fue protegido con un encofrado especial, arrancado de una pieza y llevado en camión hasta su nuevo destino, donde quedó instalado. Fue responsable del traslado el ingeniero Florentino Regalado, el cual veló para que la delicada intervención fuera ejecutada con éxito, como así ocurrió. La operación concluyó con una restauración de los frescos, deteriorados por el paso del tiempo. La primera misa en el nuevo templo tendría lugar en 22 de diciembre de ese mismo año, justo 29 años después -menos un día- de que se hiciera en su predecesor.
Es patente que el gran interés mostrado hacia el mismo por la comunidad religiosa, con el laborioso traslado incluido, es digno de mención y de alabanza, y es de esperar que a estos años transcurridos desde su inauguración les sigan otros muchos más.