Benaluenses 2012, algo más que un reencuentro
El pasado 25 de mayo celebramos el llamado "Benaluenses 2012", algo más que un reencuentro de amigos, de viejos conocidos, de camaradas, de compañeros de estudios y de juegos, de vendedores de recuerdos y de magos de la alquimia, capaces de convertir la nostalgia en la mayor cabalgata de sueños. Dicen que superamos los doscientos quienes acudimos al almuerzo de confraternización en el "Davis". A mi me parecieron varios cientos, hasta miles de voces que me llenaron de juventud al invitarme a recuperar aquellos momentos vividos en nuestro barrio, en nuestra plaza, en nuestro desaparecido y siempre añorado templete de la música.
Miguel Payá me ha invitado a explicar en unas pocas líneas cómo se ha sentido un viejo benaluense que sigue en activo quizá porque el día que se apaguen las luces de la conciencia y se borren los recuerdos, todo habrá acabado aunque las piernas sigan arrastrando mi cuerpo por mi querida calle Guardiola para mirar, aunque sea de soslayo, las ventanas de la vivienda que protegían la droguería de Paquito del sol de este Levante tan nuestro. Las ventanas de la casa donde vivía.
Cuando Alberto García plasmó en su pequeña cámara de bolsillo las sonrisas de quienes ocupaban las más de treinta mesas distribuidas por los salones del restaurante, y mientras Pepe Box hablaba orgulloso de "su Procesión de la Piedad y la Caridad" y presumía de sus costaleros, Benalúa, nuestro barrio, adquirió en mi memoria las dimensiones reservadas no sólo a los nostálgicos del alma, sino a cientos de vecinos que presumen con justificado orgullo de vivir, o de haber vivido, en uno de los rincones más románticos y queridos de Alicante. ¿Quién no echa de menos a Benalúa cuando se ha visto obligado a emigrar a otros lugares de la ciudad de Alicante, o, no digamos, a otras tierras de esta España nuestra? Y eso pese a que la Benalúa que yo conocí, la que abandoné cuando apenas tenía 20 años, ha cambiado para convertirse en una parte importantísima del centro neurálgico y comercial de Alicante. Pero no importa porque mientras existan los benaluenses que cada día aman más profundamente al barrio, Benalúa seguirá siendo para todos nosotros ese lugar donde jugábamos a las bolas, al fútbol y a pillarnos mientras intercambiabamos cromos de jugadores del Madrid, de Barça, del Atleti y, en ocasiones, del Hércules. Por eso, compañeros, "Benaluenses 2012" ha sido algo más que un encuentro de amigos, de camaradas, de viejos conocidos. Ha sido un reencuentro de amor, de cariño y de amistad. ¡Ojalá que dure muchos años!