Detalle Una veintena de peruanos acude al oficio en la iglesia de Benalúa por las víctimas Año 2007
Seccion Cultura y sociedad - Iglesia Parroquial
Una asociación se emplaza a una reunión el martes para gestionar las ayudas
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Todavía están haciéndose a la idea de lo ocurrido. No saben muy bien qué pueden hacer y el pensamiento y el corazón están cada minuto que pasa con los suyos, en Perú. La comunidad peruana de Alicante vive con el alma en un puño todos los acontecimientos tras el terremoto que asoló la zona de Pisco, Ica y Chincha, aunque las horas y días posteriores son lo peor.
Los que lo han conseguido, hablan con sus familiares con cuentagotas, porque las comunicaciones «van y vienen», cuenta Frida Falcón, vicepresidenta de la Asociación Humanitaria Americana y que ha promovido una reunión de sus compatriotas para decidir qué pueden ellos hacer desde Alicante.
En la iglesia de San Juan Bautista de Benalúa se celebraba ayer una misa especial en recuerdo a los muertos y de apoyo a los damnificados por el terremoto y donde se dieron cita una veintena de peruanos. No es fácil reunir a todos los paisanos y «otros muchos tienen hoy que trabajar», reconoce la mujer, que lidera un movimiento de ayuda a sus compatriotas desde hace cinco años y que, casualmente, proviene de la zona de Ica devastada.
Al dolor de saber que sus familiares están en malas condiciones se une la sensación de impotencia y de frustración. Buena parte de los peruanos mandan dinero a sus familiares y ahora, destruidas las viviendas que han ayudado a levantar, «toda esa lucha» se ha convertido en vana.
Antonio Chuquiviguel y su mujer Eva Ceballos asistieron a la misa de ayer, con la tristeza de saber que los suyos lo están pasando mal. «Felizmente en nuestro caso nuestra familia sólo ha sufrido daños materiales», explica el hombre, quien relata que su hijo de 24 años y una hermana de su mujer viven en un pueblo costero del que fueron evacuados por temor a que se produjera un tsunami, una ola gigante por efecto de nuevos terremotos esta vez en el mar. Reconoce que pasaron momentos angustiosos cuando no pudieron ponerse en contacto con su hijo, pero 24 horas después del seísmo lograron conectar con el móvil del joven. Lo han perdido todo. «Las casas son de adobe y no han resistido», lamenta el hombre que vive desde hace tres años en Alicante, su mujer lleva el doble y su hija sólo cinco meses.
Tras la misa, el cura que presidió el oficio, Eloy Martín, hacía corrillo con varios peruanos y se interesaba por conocer cómo están sus familias. «Estuvimos dos días sin saber nada, pero están todos bien», le comentaba un hombre. Todos son de la zona norte del país y no han perdido sus casas, pero sí la sensación de paz. «Ahora la gente no vive tranquila- le comenta otro- porque es una tensión, pasa un coche y el ruido les asusta porque piensan que puede ser un terremoto».
Lista de afectados
Mañana martes a las nueve de la noche la Asociación Humanitaria Americana ha convocado una reunión en el Hotel de Asociaciones, en el Centro 14, para resolver qué ayudas son las necesarias y cómo hacerlas llegar a los afectados. Frida Falcón apunta que quieren hacer un listado de personas para que les llegue de forma directa, aunque reconoce lo difícil que puede llegar a ser hacer tal cosa.
Aunque su familia está sana y salva tienen que dormir cada noche en la calle, por miedo a las réplicas y tienen dificultades para encontrar algo tan básico como el agua. «Aunque tengan dinero no pueden comprar ni agua ni alimentos», apunta. El párroco hizo un llamamiento a los feligreses para que presenten la ayuda que puedan en Cáritas, y aclaraba «no es una ONG, es la Iglesia».