El fondo del asunto de la carta que me publicó este diario el domingo sobre el Asilo de Benalúa, no es polemizar sobre el derecho de propiedad. Se trata, más bien, de dar respuesta a las necesidades de muchas personas que han perdido autonomía y viven confinadas en sus casas. Esas personas necesitan un lugar para recibir atenciones profesionales y restablecer los lazos sociales. Sus familias también necesitan saber que están bien atendidas y, así, poder dedicar unas horas a otros menesteres.

Por eso reivindicamos el antiguo Asilo; para que allí se abra un centro de día y un centro sociocultural. (Esto también generaría un cambio en el barrio y crearía puestos de trabajo).

El Asilo es patrimonio de Alicante; cada uno de sus rincones conserva la huella de las personas que a lo largo de cien años contribuyeron a levantarlo y mantenerlo con aportaciones en especie o dinerarias; también la huella de quienes iban a ayudar y a hacer compañía.

El valor arquitectónico es importante, así se ha destacado en muchas ocasiones, «Alicante vivo» por ejemplo; pero el valor sentimental para la vida y la historia de Alicante es inconmensurable.

Voces más autorizadas pueden hablar sobre la función social de la propiedad y sus límites; la constitución deja claro que no es un derecho absoluto. El propietario de un cuadro de Goya no puede destruirlo porque es «suyo», ni tampoco puede venderlo a quien quiera. ¿El Asilo sí?

Otra consideración a tener en cuenta es la procedencia de los fondos con los que el Obispado compró el Asilo. Las aportaciones se hicieron para mantenerlo, pero ¿se ha respetado esa voluntad?

Recuperar el Asilo aún es posible; basta con que la ciudadanía se implique, se pronuncie e inste a las autoridades para que se pongan en marcha. Gracias por su aportación señora Ana Ruiz.

Fuente: Periodico Informacion