ALFREDO ARACIL/ALICANTE

Sacó adelante a sus dos hijos, Fernando Javier y Rubén, que hoy comparten la empresa que les dejó, consistente en un taller de chapa y pintura de automóviles. Luego creó otras que las fue abandonando a medida que comenzaron a caminar solas. Es lo que se dice, una empresaria incansable.

Es Azucena Herráiz Jabonero, nacida en Alcalá de Henares. Debido a la profesión de su padre, se trasladaron al País Vasco. “Pero con once años ya estaba en Alicante, de donde no pienso moverme”, manifiesta. Aquí se casó y nacieron sus hijos, pero antes y después de estos dos acontecimientos importantes que marcaron su vida, indudablemente, trabajó por cuenta ajena.

“Era muy joven cuando comencé a tener contacto con el mundo del salazón y sus derivados. En un puesto del Mercado Central, donde fui a dar con personas expertas y conocedoras del producto que trataban. Y la verdad es que no tardé mucho tiempo en darme cuenta de que yo también podría aspirar a tener mi propio negocio. Todo era cuestión de esperar el momento oportuno, pero sin dar tregua. Es decir, que había que tener varias ofertas para poder elegir la mejor o más conveniente”, señala.

Y más adelante, puntualiza, “lo cierto es que la oportunidad se presentó de improviso, pero en el momento oportuno. Me había quedado sin trabajo y me llega la noticia de que se inauguraba el Mercado Municipal de Babel. Y al mismo tiempo, me dicen que un puesto en el de Benalúa quedaba vacío. No podría decir qué me impulsó a ello, pero me decidí por el de Benalúa. Y no me arrepiento en absoluto”.

Azucena –que así es como ha titulado su puesto– tenía muy claro que su oferta a los futuros clientes había de ser el salazón en sus diversas variedades. “Porque mientras en Babel los puestos comenzaban de la nada, el género que hubo en el de Benalúa no tenía que ver con el que yo dominaba. Así pues, definitivamente, lo implanté”, afirma.

Está sola para todo. Y aparte de conseguir nuevos clientes que se interesan por sus productos, “así como los que yo misma elaboro, después de más de treinta años en la profesión”, y de madrugar, dedicándose por entero al puesto, las tardes las emplea en otros negocios. “Ahora estoy metida de lleno en el cuarto, al que considero un hobby y me lo paso muy bien. Todavía me queda cuerda para rato y pienso aprovecharla al máximo, puntualiza.

Fuente: Las Provincias