Como la Explanada es a la ciudad de Alicante, el quiosco de Fermín (antes del señor Pepe) es al barrio de Benalúa. Porque como siempre ha ocurrido y nunca dejará de serlo, todo lugar –por muy recóndita que sea la zona en la que se ubique– tiene su referente.

Los octogenarios –y los que todavía no lo son pero están a las puertas de serlo– del popular barrio conocido como de los diez amigos , todavía recuerdan al señor Pepe con sus lentes redondas y patas acopladas a la curva de la oreja, el bigote entrecano y el cigarrillo, liado por él mismo, en la comisura de sus labios.

Allí acudían los más pequeños a mediodía en busca del sifón, el agua de seltz y la gaseosa. Los madrugadores pescadores le obligaban a acortar su descanso y anticipar su presencia en el reducido receptáculo para ofrecerles el café, el carajillo, con la hierba, el cantueso, la absenta en algunos casos y el coñac, por separado, antes de iniciar la divertida aventura de intentar la suerte con la lanzadora o la caña valenciana. El quiosco esta instalado –y todavía se mantiene en el mismo lugar– en la esquina de la repla o placeta –que es como se conocía a la plaza de Navarro Rodrigo– en su parte recayente a las calles de Foglietti y la prolongación imaginaria de Pérez Medina.

“Se han cumplido ahora 55 años desde que Fermín Martínez Melero y su esposa Dolores García Pérez –que también eran vecinos del barrio– lo adquirieron y lo regentaron hasta su jubilación”, dice María José Huesca Serna, hija política de ambos, ya que se casó con Fermín Martínez García.

Actualmente son Fermín y María José quienes llevan el negocio adelante, representando a la tercera generación, contando además con la ayuda de Dina, la leal y eficiente empleada que ya ha superado los tres lustros al lado del matrimonio, detrás del mostrador ofreciendo su simpática sonrisa a los clientes que siguen fieles a la tradición, no exenta de nostalgia.

La verdad es que ni la situación ni el ambiente que se generaba en torno al quiosco no son los mismos. “La ampliación de la terraza se llena, más en invierno que en verano, porque las mesas al aire libre apetecen más, con los helados típicos de la horchata, limón, cebada, que elaboramos al 50% ya que la otra mitad nos llega de fábrica”, sigue manifestando.

“Los clientes ahora prefieren las tostadas de queso y jamón con el café con leche, los días laborables, excepto los sábados que parece que se deciden por el aperitivo”, dice.

No existe posibilidad de continuidad, “porque nuestros hijos, Paula ejerce de Topógrafa y Fermín está en 3º de ESO, lo que quiere decir que no les agrada continuar”.

Alfredo Aracil

Fuente: Las Provincias