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El nombre de Gastón Castelló es una referencia básica en la ciudad de Alicante, un personaje clave en la historia más reciente y que no sólo ha dejado su huella de muchas formas, sino que además, permanece en el ideario colectivo de cientos de alicantinos que lo conocieron en primera persona. Gastón Castelló es el artista plástico por antonomasia de Alicante en el siglo XX, cuya obra se extiende a la pintura, al dibujo, a la fiesta de las Hogueras, a la escena pública a través de sus murales... y trasciende también a la vida social de toda una época en la ciudad. Para los más jóvenes, convendrá añadir que Gastón Castelló es "el señor del banco del Mercado Central", ya que así está representado, ya maduro, en una estatua tan peculiar como conocida. Pero antes de llegar a que la persona se plasmara en obra hubo una intensa vida.
Gastón Castelló Bravo, pintor, dibujante y escultor de hogueras entre otras facetas, nació el 3 de noviembre de 1901 en una zona del barrio alicantino de Benalúa próxima a la playa de Babel. Puede adjudicársele un origen remotamente alcoyano, dado que su madre procedía de allí y su padre, aunque nacido en Argelia –y llamado "el Francés" por ello–, también tenía vínculos con esta ciudad. Entre otros, su amistad con el pintor Fernando Cabrera (1866-1937), quien de alguna forma sería el primer mentor de Gastón Castelló. Siendo un adolescente ya había pintado su primer cuadro, y su padre decidió ir a Alcoy a presentarle al pintor Cabrera. Con él se formaría en la Escuela de Artes y Oficios que entonces había en la denominada Casa de la Bolla alcoyana.
La obra pictórica de Gastón Castelló empezó a despuntar muy pronto: en 1921 realizó su primera exposición, en el Centro de Escritores y Artistas de Alicante, junto con autores ya consagrados como Emilio Varela. En 1924 realizó el cartel anunciador de la llamada "Olimpiada Levantina", y con el dinero cobrado por esta obra se marcha a Madrid a trabajar y seguir con su formación. Poco después se marchó a la aventura a París, aunque en 1928 regresó a Alicante para participar en la fiesta de las "Fogueres de San Chuan" que comenzaba entonces. Junto con el pintor José Merced Furió y el escultor y pintor Juan Such Roca construyó el monumento llamado "Parada y fonda" de la hoguera Benalúa, que se llevó el primer premio.
Fue el principio. Hasta 1936 participó en la construcción de varias hogueras cada año, en colaboración con otros artistas, compaginando además la residencia entre Alicante y París. Durante la Guerra Civil manifestó su lealtad a la República a través de su obra, pintando retratos de figuras destacadas como Francisco Largo Caballero, Manuel Azaña o Juan Negrín. Esto le supuso después la represión y la cárcel durante 18 meses, en los que, eso sí, no dejó de trabajar. En 1943 viajó a Suiza con la ayuda de su amigo y pintor Joshep Lachat, descubriendo allí la técnica del mosaico, que tan importante sería en su carrera posterior. De forma paralela, retomó el contacto con las Hogueras, trabajando otra vez como constructor hasta 1950. Años después, entre 1956 y 1960, sería presidente de la Comisión Gestora de la fiesta y promovería la creación de la Casa del Foguerer, espacio común para las personas dedicadas a esta celebración.
Al mismo tiempo, su obra se iba diversificando. En 1949 pintó dos grandes murales sobre la ciudad y la provincia de Alicante en la estación de autobuses que entonces se acababa de construir. Estas obras han resultado ser, a la postre, de las más conocidas del artista y de las más vistas por el gran público, dada su ubicación en el vestíbulo de viajeros de la terminal. El edificio ya no se utiliza como estación, pero los murales ahí siguen y han sido restaurados recientemente, para que puedan seguir contemplándose sea cual sea la función que tenga el inmueble. Estos murales quizás sean el principal exponente de esta obra cara al público, pero no la única: los mosaicos en el aeropuerto de El Altet y los murales en la sede de la Diputación y la antigua Caja de Ahorros Provincial son otras grandes muestras de sus técnicas y su estilo.
Los reconocimientos a su obra se fueron sucediendo, y más especialmente en la madurez del autor, ya con la llegada de la democracia. La primera corporación alicantina salida de las urnas, presidida por José Luis Lassaletta, nombró a Gastón Castelló Hijo Predilecto de la Ciudad de Alicante en noviembre de 1979. También la Diputación hizo lo propio en 1983. El artista siguió produciendo en la medida en que su salud se lo iba permitiendo, sin abandonar en ningún momento la vida pública. A finales de 1985 estuvo en la inauguración de un colegio con su nombre en la zona norte de Alicante. No obstante, su estado era cada vez más delicado, y finalmente falleció el 16 de mayo de 1986.
Pocos días después de su muerte, INFORMACIÓN recordó el último acto público al que había asistido Gastón Castelló, un encuentro con otros artistas plásticos alicantinos el 30 de abril de 1986, apenas dos semanas antes de su marcha. Cada asistente realizó un dibujo como recuerdo de aquella cita; Gastón Castelló, de una forma un tanto premonitoria quizá, pintó el retrato de una mujer que decía "Que malalta estic, que quirden (sic) a D. Remigio". Su salud probablemente era demasiado frágil como para incluso estar allí en ese momento, pero allí había querido estar presente, dando muestras de ser un artista íntegro. Estas cualidades humanas también se elogiaron de manera notable a su fallecimiento. Treinta años después, Alicante lo recuerda como el gran referente del arte del siglo XX en la ciudad que fue y será siempre.