Placeta de Benalua 2013
Datos Historicos
Detalle AutoBiografía - 1920
Seccion Datos Historicos - Personajes

De la revista "Los Ciegos". Madrid. Enero 1920

Recuerdos y Aspitaciones

Una distinguida escritora, la señorita Remedios de Selva y Torre, me pide la autobiografía para las columnas de este benemérito periódico, y aunque yo sé de sobra que las vidas obscuras, y ninguna lo es más que la de un ciego, no pueden interesar a nadie, tienen, no obstante, tan misterioso poder los ruegos de las mujeres, que no hay términos hábiles de sustraerse a ellos. Disponte, pues lector, a saltar estos renglones o enterarte de media docena de fruslerías, que todas juntas no valen tres cominos, ni aun en los tiempos presentes que todo va tan caro.

Decía el celebérrimo Quevedo, que un miércoles y un martes disputaron de lo lindo acerca de su nacimiento, no queriendo ninguno cargar el mochuelo de tal desaguisado. No sucedió lo propio conmigo, porque habiendo nacido un 13, el de Diciembre de 1880, y teniendo a gala ese número patrocinar todo acontecimiento calamitoso, no fué preciso discutir más el asunto. Y es lo más célebre del caso, que vine a dar con mis huesos sobre este mundo el día de la mismísima Santa Lucía, defensora de los ojos, que no hay abogado , por bueno que sea, que no pierda algún pleito, y a mi me tocó la bola. A pesar de ello, y lo digo sin doblez, profeso gratitud sincera a la santa, porque tal vez sin su ayuda, no hubiera yo gozado de luz y de colores, la mitad aproximadamente de mi vida, que los disfruté bajo el fanal espléndido del cielo de Alicante, ciudad donde hube de presentarme en la escena de la comedia humana; y así como otros dicen, que me quiten lo bailao, digo yo que me quiten lo visto, quedando muy contento de que no puedan hacerlo, porque a la manera que el Inglés de La Viejecita reía para dentro, miro yo las formas y matices de la realidad, retocada a mi gusto en el taller sin límites de la fantasía.

Me aseguran personas de toda mi confianza, pues yo no tomé nota, que desde la cuna comencé a dar pruebas de mi genio un poco fuerte, cualidad que medianamente dominada no me pesa, porque al fin y al cabo se convierte fácilmente en fuerzas para soportar adversidades o allanar obstáculos.

En la escuela, abría los libros cuando miraba al maestro y yo le veía, que no era siempre, dedicando al estudio solo el tiempo preciso y al juego el resto. El último colegio que sufrió mis diabluras fué el de la Inmaculada Concepción, marnífico centro de enseñanza que estableció en Novelda D. Luis Calpena, gloria hoy de la tribuna sagrada. A pesar de los años transcurridos y corría el de 1891, no se ha esfumado aún en mi memoria la distinguida figura de aquel hombre de rostro expresivo, mirada penetrante y suave palabra que nos dirigía con frecuencia en pláticas amenas, nuncios de sus magistrales oraciones ulteriores. Durante las comidas, sin faltar una, se nos leía la historia de "Don Quijote", previsora medida que algunos alumnos habrán agradecido luego, al empuñar la pluma, y observar la bienhechora influencia del ritmo de aquella prosa.

Salí del colegio de Novelda, al ingresar en el Instituto de Alicante, donde dicho sea de paso, estudié algo menos que en la escuela, y ya es sabido que en ella jamás me distinguí como aplicado.

Cansado al fin de que me preguntasen, casualmente cuando no había estudiado la lección, decidí no asistir a clase y hacer novillos siempre que la vigilancia familiar no me lo impidiese. Solo consiguieron mi asistencia con relativa asiduidad, determinadas asignaturas, como la Física, porque había pruebas; la Lógica, porque a fuerza de serlo, permitía inventar respuestas sin mirar los libros, y la Literatura, porque resultaba entretenido enterarse de las producciones de la nuestra. Esto sin poner en cuenta el interés y amenidad que daba a sus lecciones D. Hermenegildo Giner de los Rios, sapientísimo maestro que ha seguido honrándome después con su valiosa amistad, y al que debo el prólogo de alguno de mis libros. Por lo demás no estoy arrepentido de haber regateado el tiempo al enojoso encierro de las aulas, para gastarlo en tomar el sol o el fresco y jugar alegremente con mis colegas de afición por las cercanías de mi ciudad natal, o en las playas del mágico mar que las baña, pues di perdí la ocasión de adquirir conocimientos, no muy difíciles de recuperar más tarde, gané en cambio energías, que harto necesarias habrían de serme, más pronto de lo que yo quisiera.

Terminado el bachillerato, no por obra de mis merecimientos, sino milagrosamente, y deseando echar mi cuarto a espadas como periodista, comencé a escribir puerilidades que insertaron varios periódicos de manga más que holgada, y hasta publiqué por mi cuenta una revista que duró lustro y pico, también milagrosamente, porque mis primeros frutos literarios eran aún peores que los actuales, y estos son pésimos, aunque me esté mal el decirlo. Al propio tiempo fué preciso pensar en seguir una carrera, y elegí la de Leyes; pero he aquí que algún encantador que indudablemente me tenía entre ojos, se empeñó en que no la siguiera, y dejó a obscuras los míos, mientras yo, con la sonrisa en los labios, aunque retorciéndome por dentro, asistía al donosísimo espectáculo que me brindaba la naturaleza, ocultando poco a poco toda la gama de sus colores bajo una inmensa pincelada negra, precisamente cuando la vida es más hermosa bajo el imperio de los diecisiete años, poco más o menos, pues no quiero entretenerme en sacar cuentas desagradables. Viéronme muchos médicos, y no fué esto lo peor, sino que yo no vi a ninguno, a pesar del interés que teníamos todos, y no obstante la carnicería que hiciera uno de ellos en mis pobres ojos, que nunca le habían mirado mal. ¿Paciencia y adelante! Mas siendo contrario mi padecer al del susodicho encantador, me propuse entonces desconcertar sus planes y no quedarme sin carrera, a cuyo efecto cogí los libros que me fué leyendo mi buena hermana, menor que yo, hasta obtener la Licenciatura en Derecho, como alumno libre en la Universidad de Valencia. Algunos señores, atribuyéndome cualidades que no poseo, me buscaron al mismo tiempo para servir de maestro a sus hijos, estudiantes como yo de Leyes, y el producto de aquel trabajo me permitió pagar holgadamente los dobles gastos de mi carrera, y hasta emprender algún que otro viajecillo fuera de abono, sin gravar demasiado a mi abuelo paterno, que atendía solícito a todas mis necesidades desde que quedé huérfano de padre y madre.

Los ratos de ocio del Instituto, los pagué con creces en Facultad mayor, pues entre mis asignaturas y las que repasaba a mis compañeros, no me quedaba minuto de reposo. Tras la Licenciatura y también como alumno libre, hice en Madrid el Doctorado, consiguiendo, por fin, la simbólica borla el 19 de Noviembre de 1910.

Durante aquel periodo y simplemente con aplicar al sueño la famosa jornada de ocho horas, publiqué algunos librejos bastante malos, emborroné cuartillas para revistas y periódicos, y dí conferencias en diferentes centros. En Enero de 1909 pronuncié el discurso de mantenedor de los Juegos Florales, celebrados en mi ciudad, bajo la presidencia de S. M. el Rey D. Alfonso XIII, al cual tuve el honor de ser presentado con aquel motivo. La suerte caprichosa e injusta casi siempre, me concedió varios premios en certámenes públicos, ninguno de los cuales es digno de mención si se exceptúa el que recibí de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en 7 de Febrero de 1909, por venir de corporación tan respetable.

Era mi ideal ganar una cátedra universitaria, y me dispuse para la lucha, alentado por el venerable D. Francisco Giner de los Rios, que con aquella su bondad característica me hablaba de los catedráticos ciegos del extranjero, para darme ánimos. Otro insigne amigo, D. José Francos Rodriguez, deseando evitar la posibilidad de cualquier obstáculo, pidió en pleno Parlamento al ministro de Instrucción Pública, la disposición legal necesaria para que yo pudiese concurrir a oposiciones, puesto que la ley no me excluía. El ministro nada hizo claro está, y temiendo yo que resolviera el día del Juicio, seguí estudiando Derecho Político y Natural hasta salir a oposición la cátedra de este último en la Universidad de Valladolid. Me presenté a ella por probar fortuna; más el ministro, formando tal vez de mí mejor juicio de lo que entonces me conviniera, temió que la tuviese y dictó una Real Orden, excluyéndome bonitamente de los ejercicios por estar ciego. La pluma santa de Antonio Zozaya, impulsada por su corazón de oro, glosó a priori el suceso en un sentido artículo que publicó El Liberal, y aquí paz y después gloria.

Al regresar a mi tierra (primavera de 1912), el editor de la Geografía general del Reino de Valencia, me encargó la redacción del volumen relativo a la provincia de Alicante, y tuve entonces que licenciar al batallón de filósofos y juristas que me habían mareado los años anteriores, para llamar en mi auxilio a otro de historiadores, arqueólogos, geólogos, etc., de modo que Aristóteles cedió su puesto a Plinio; Kant, a Hubner, y Giner a Vilanova. Con sus noticias y las que recogí sobre el terreno, recorriendo casi pueblo por pueblo toda la provincia, salió un tomito en folio de 1.200 páginas, que como diría con harto fundamento el crítico del periódico famoso, el papel vale más, porque es de buena clase y está ilustrado con muchos santos, que dicen los chicos.

A medida que fuí dejando atrás los trabajos geográficos, emprendí otros sobre diversidad de materias para distintos editores, periódicos y revistas, como La quincenal, de Barcelona, en la que colaboro; y alternando con esta abigarrada tarea, pronuncié varios discursejos; entre ellos, uno sobre la Guerra y Alemania, en el Teatro Principal de Alicante, a petición de la colonia francesa, y otro en el Círculo de Bellas Artes, de la misma ciudad, sobre las Formas de Gobierno, inspirado en una obra yanqui que estudié por recomendación de mi sapientísimo maestro D. Gumersindo Azcárate. Del primer discurso, se hizo una edición en Madrid y otra en Barcelona; del segundo, una en Alicante, hace pocos meses. La última vez que he hablado en público ha sido el 9 de Junio próximo pasado, en el Teatro de Verano de dicha población, a requerimientos del Centro Instructivo y Protector de Ciegos. Lo que dije se ha reducido a escrito, pero no se ha publicado todavía. En los ratos de buen humor del pasado año, escribí varias obritas teatrales; a la fecha se han estrenado dos: Loa alemanes del Camerón y La República del Chiriguay, ambas juguetes cómico-líricos; el primero bilingüe, y el segundo, castellano. Ahora y puesto previamente de acuerdo con nuestro genial compositor Oscar Esplá, trabajo en una ópera (sustituida hoy por un poema lírico-escénico cuyo libro aparecerá en breve) donde se dará el caso inaudito de ir juntas las firmas del más glorioso músico de España y el más humilde de sus escritores. Nunca le agradeceré bastante la generosidad de asociar su nombre ilustre al mío modestísimo. Finalmente cuando no he tenido quien me leyera o a quien dictar, he compuesto versos, y tan luego haga el escrutinio de los que guardo y arroje al cesto los que no tengan pase, que serán los más, daré a la estampa un tomo con los restantes, publicándolos tal vez primeramente en revistas literarias. Terminados los trabajos de materia filosófica, otros sobre Sociología y Derecho político, y una serie de cuentos que ya están en el telar.

En Julio de 1916, y por muerte de mi abuelo paterno, el marqués de la Constancia, se mandó expedir a mi favor la Real Carta de sucesión en dicho título, que no puedo ostentar aún por haberme gastado las pesetas que destinaba a pagar los derechos de transmisión. Creí yo que sería bastante a justificar la posesión de aquel título, la constancia probada de muchos años, pero allá arriba se piensa de otro modo. La funesta manía de vincular estas distinciones en el oro acelerará su caída.

Por lo demás, y con pergaminos o sin ellos, soy siempre demócrata en política, porque la democracia es el régimen definitivo del mundo bajo el imperio del Evangelio, como soy liberal, porque la libertad es. a mi juicio, el oxígeno de los pulmones sociales. Fundándome en esto mismo, considero mal orientado el actual movimiento obrero, aunque la justicia íntima de su causa me parece indudable. El progreso impuesto a puñetazos, no me atrajo nunca. En religión, soy profundamente creyente, porque si la evolución del cosmos fundiendo una tras otra todas sus obras, no ha de respetar la más excelsa, el universo entero carece de sentido y no pasa de ser una soberana tontería. Saturno devora a sus hijos uno a uno, pero Júpiter se salva del desastre. El espíritu escapará a la destrucción.

Como no sé nada; quisiera saber de todo. Las ciencias me seducen, especialmente la Filosofía y la Física; la ceguera me aleja de ésta más que de aquélla. En cuanto al Arte, como decía el boticario del sainete, me gustan todas, pero la música me gusta más. La amistad con que me honra Oscar Esplá, me permite saborear casi a diario las mejores obras clásicas y modernas, a más de las primicias de sus producciones magistrales. La poesía me atrae como fórmula de expresión sucedánea de la música. La escultura, no consigue sustraerme por completo a la esfera de mis percepciones, y en cuanto a la pintura, me he de conformar con el recuerdo de algunos cuadros, como el de las Gacias, de Rubens, tan pletórico de forma y colorido. o con los brillantes paisajes y figuras que, el mágico pincel de la imaginación, despliega incesantemente ante el espíritu del ciego.

Tales son en síntesis mi vida y sus escasos milagros; para hacer los cuales salta a la vista que no hace falta tener ninguna. Y para terminar, ya que fué una mujer ñla que me sacó de mis casillas obligándome a hablar de mí mismo, permítaseme decir que, si me fastidia la ceguera, es simple y llanamente por no dejarme ver las caras de las muchachas bonitas. Lo demás de la vida, casi no vale tres ochavos.

Francisco Figueras Pacheco.
Comentarios
Tu Comentario
Nombre (Obligatorio)

E-Mail (obligatorio)

Comentario
Para evitar el acceso masivo de mensajes falsos por medio de robots, rogamos se inserte en la casilla de Control la palabra completa que designa la imagen que aparece encima de esta nota..
Palabra de Control

Normas de uso

Esta es la opinion de los internautas, no de benaluense.es

No esta permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.

El comentario no sera visible hasta ser aprobado por el moderador.

Recibiras un aviso en tu email cuando el comentario sea visible

Enlaces Patrocinados
Mia Extensiones
Calle Foglietti, 13
Tel: 681 959 262
Enlaces Patrocinados
Electricidad Balaguer
C/ Alberola, 1
Tel: 965 928 006
Enlaces Patrocinados
Pardo Diseño y Decoraciones, S.L.
C/ Alberola, 26
Tel: 965 125 692
© 2010 www.benaluense.es