Un aldabonazo que muchos oyen pero pocos escuchan: Ocho personas fallecen en sus viviendas cada mes sin que nadie les eche en falta (INFORMACIÓN 29/09/ 2019). Los prestidigitadores consiguen que se pierda de vista lo realmente importante. Gracias a sus trucos lo urgente deja de ser prioritario. Las necesidades más perentorias, el sustento, la vivienda, las relaciones sociales, el contacto con el prójimo (¡cómo han degradado esta palabra!) se caen de la agenda pública, eclipsadas por el brillo de «eventos» efímeros, muchas veces fútiles.

¿Puede llamarse sociedad una manera de vivir, prisionera del individualismo, que fabrica y abandona cantidades enormes de marginados y excluidos? Los funcionarios de los servicios sociales de los diferentes escalones de la Administración saben que muchas penalidades, sufrimientos y muertes prematuras de personas con diferentes grados de dependencia son evitables; son evitables con una extensa red de centros de día. En Alicante sólo hay uno que atiende a unas cuarenta personas, ¿lo saben los políticos?

Se necesitan muchos centros de día, públicos por supuesto. Y no, no son un agujero negro que engulle ingentes cantidades de recursos públicos. Son, en primer lugar, una exigencia social, un acto de justicia; y, en segundo lugar, un nicho de puestos de trabajo.

En Benalúa hay más de 3.000 personas que superan los 65 años, y ninguna dependencia municipal. Aquí el Ayuntamiento dispone de varios solares donde podría ubicarse un centro de día, una biblioteca, un centro cívico y social de uso intergeneracional. Los benaluenses lo recordamos a menudo, pero, ¿tendremos que subir el volumen? ¿Seguiremos dejando que los prestidigitadores nos encandilen mientras nos escamotean los servicios básicos, el fundamento de cualquier sociedad?

Fuente: Periodico Informacion