Aún bajo el recuerdo cercano de la muerte de Remigio Soler, nos ha llegado a los que fuimos sus amigos la noticia de la desaparición, a los 88 años, de otro «hijo» del barrio de Benalúa: Gabriel Soler Benítez.

Funcionario de la Diputación Provincial durante larguísimos años, ocupó el cargo de secretario particular de diversos presidentes de la institución, sus recuerdos sobre los mandatos de Alejo Bonmatí, Pedro Zaragoza, Jorge Silvestre o Díaz Alperi, siempre afloraban de manera personal y viva al recordar aquellos tiempos del «desarrollismo» y de la transición. Pero había un Gabriel, culto, gran conversador, lector voraz, bibliófilo irredento y tertuliano asiduo de la desaparecida librería Lux, en la calle Mayor, que es el Gabriel que yo conocí. De alguna manera, formaba parte de esa generación de alicantinos que Eduardo Trives llamó «generación del horror», pues amigos suyos fueron Ernesto Contreras, Julián Andúgar, Enrique Cerdán Tato, Josevicente Mateo o Gonzalo Fortea, a los que siempre evocaba con mezcla de sorna y cariño perfectamente equilibrada. La última vez que le vi nos hablaba, a un grupo de amigos, sobre la gran tarea desarrollada por un joven entonces Enrique Llobregat para poner en marcha el Museo Arqueológico Provincial y sobre la obra política y literaria de Mercedes Formica.

Gran conocedor de la historia y evolución del barrio de Benalúa, los «10 amigos», pueden estar orgullosos de él. Apenas queda ya nadie de aquel Alicante, por eso es necesario recordar a personas como Gabriel Soler.

Fuente: Periodico Informacion